Tras la histórica sequía que asestó este año un duro golpe a la Argentina, Moody’s Investors Service alerta que los gobiernos y empresas tienen menos flexibilidad financiera para hacer frente al fenómeno que en 2016, cuando azotó la región por última vez.
Tras la histórica sequía que asestó este año un duro golpe a la Argentina, otro «cisne verde» podría afectar financieramente a la región. La inminencia de El Niño afectaría tanto a gobiernos como empresas. Según alertó Moody’s Investors Service en un reciente informe, los sectores público y privado tienen menos flexibilidad financiera para hacer frente al fenómeno que en 2016, cuando azotó la región por última vez.
El impacto de El Niño generaría una demanda de gasto que muchos Estados no podrán afrontar. Implicaría el estímulo y reconstrucción de infraestructura; y el aumento de los costos de endeudamiento si el incremento de los precios de los alimentos retrasa o ralentiza la flexibilización de la política monetaria, que comenzó esta semana en Chile y Brasil.
Años de bajo crecimiento, acumulación de deuda, mayores costos de interés y crecientes riesgos políticos dejan a los gobiernos, y a las empresas vinculadas a los recursos naturales y de infraestructura con menos solidez financiera para hacer frente a posibles daños físicos e interrupciones operativas.
Sin embargo, el informe de Moody’s estima que la mayoría de los países y sectores de América Latina sortearán el impacto climático sin experimentar grandes tensiones crediticias, gracias en parte a los esfuerzos para fortalecer la resiliencia física. Algunos, incluso, se beneficiarán del fenómeno.
El impacto a corto plazo de El Niño en el crecimiento del PIB estará sujeto a su gravedad, y los efectos a largo plazo dependerán de los daños en infraestructura crucial, como rutas, escuelas y hospitales.
El impacto en las empresas no será uniforme. El Niño afectará más a las industrias de recursos naturales. El predominio de América Latina en los mercados agrícolas y mineros globales implica que cualquier perturbación de la oferta interna influirá en los precios mundiales de las materias primas.
Las interrupciones de los cultivos en Brasil pueden incrementar los precios de los alimentos, mientras que lluvias más fuertes en Argentina tienen el potencial de impulsar la producción. Interrupciones en la extracción de cobre y zinc en Perú y Chile o la extracción de mineral de hierro en Brasil restringiría los suministros y elevaría los precios de esos metales en todo el mundo.
El Niño retrasaría el desarrollo de la infraestructura, con consecuencias crediticias mixtas para la generación hidroeléctrica y los precios de la electricidad. Las inundaciones pueden reducir las opciones de transporte de pasajeros, bienes y servicios, y pueden dañar la infraestructura crítica relacionada con la energía. Los precios de la energía serán menos predecibles en las regiones que dependen principalmente de la energía renovable.
El Niño comprometería también la capacidad de pago de préstamos bancarios contraídos por los sectores de agricultura, ganadería, pesca y minería.