Algunas personas sienten la necesidad de hacer una siesta con el objetivo de recuperarse de los efectos nocivos de un sueño nocturno insuficiente, mientras que para otras, dormir una siesta es una cuestión cultural que no tiene por qué estar relacionada con un estado de cansancio. Lo que sí está claro es que, para todos, la siesta es un verdadero placer y la misma está siendo cada vez más objeto de estudio por su relación con la salud física y cerebral.
Precisamente, aprovechar el poder de la siesta para optimizar la función cerebral y la productividad es algo en lo que no reparamos con demasiada frecuencia. Sin embargo, la realidad es que su incidencia es determinante y un lapso de apenas 15 minutos de duración puede tener importantes implicaciones.
No es lo mismo hacer una siesta de 15 minutos que una de 30, ya que una siesta de 15 minutos aumenta eficazmente el estado de alerta, la resolución de problemas y la concentración con una inercia del sueño mínima, lo que la convierte en el descanso ideal a mediodía, indicó el experto, quien dijo que hay que asegurarse de no dormir la siesta demasiado tarde para no interrumpir el sueño nocturno.
Además, señaló que una siesta de 20 minutos puede mejorar el aprendizaje y la memoria, aunque puede inducir cierta inercia del sueño.
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