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El cristinismo quiere dejar a Alberto en soledad en la apertura de sesiones del Congreso

Por más que los socios del cristinismo intenten generalmente bajarle los decibeles a la confrontación, la tribu de la jefa hace todo lo posible para llevar la situación al borde del abismo, en la inteligencia de que se terminará haciendo finalmente lo que ella decida para evitar el colapso de la coalición gobernante.

La participación de Máximo Kirchner y la plana mayor de La Cámpora en la reunión inaugural de la Mesa Electoral sorprendió a muchos, pero no a los que conocen la lógica de razonamiento del cristinismo. No iban a permitir que sus aliados fijaran las reglas de juego interno, ni tampoco la ocasión de patotearlos para tratar de disciplinarlos. Se fueron con las manos casi vacías: apenas una declaración crítica sobre la absurda tesis de la “proscripción” de Cristina Fernández de Kirchner. A cambio, debieron aceptar que las PASO fueran las ordenadoras de las candidaturas. Mascullando bronca –tal como no se preocupó en disimular el Andrés “Cuervo” Larroque– y dispuestos a desconocer ese acuerdo en la primera oportunidad que se les presente.

La prueba más contundente de que el cristinismo no está dispuesto a dejar hablar al pueblo en las PASO fueron las declaraciones incendiarias que continuaron pronunciando sus principales referentes contra el gobierno nacional, o la exigencia de que Alberto Fernández desista de su candidatura. De este modo, el cristinismo pretende imponerle al presidente la proscripción informal que denuncia que existe sobre Cristina. Pero esto resulta perfectamente comprensible: para la lógica –para algunos monárquica, para otros stalinista, pero en cualquier caso autoritaria- que lo caracteriza, el pueblo siempre será un convidado de piedra al momento de tomar decisiones.

En el marco de esta irracional ofensiva contra el gobierno del que forma parte, mal que les pese, ahora el cristinismo anunció que no movilizará militantes para la apertura de sesiones del próximo miércoles. El fin es claro: se pretende exponer la soledad política de Alberto Fernández y así obligarlo a desistir de su candidatura

En Casa Rosada tratan de bajarle el precio a esta decisión, argumentando que el miércoles 1 de marzo es un día laborable, por lo que no cabría esperar una gran movilización.

Los últimos eventos demuestran que el cristinismo ha perdido la brújula. Máximo aseguró que no formaría parte de la Mesa Electoral, pero desistió a último momento. Cristina hizo trascender que no estaría presente en la apertura de sesiones, pero su entorno acaba de salir a desmentir esta información. Las contradicciones y marchas atrás que le echaban en cara al presidente ahora son la característica de la vice y su tribu.

Ante un auditorio presumiblemente bastante hostil, Alberto expondrá los datos positivos de su gestión e insistirá en llamar la atención sobre el horizonte prometedor que se abre para nuestro país, argumentos que ya utilizó en su discurso de la Antártida. Un pronóstico que no sería errado, de no existir los ultraísmos a un lado y otro de la grieta, que necesitan desesperadamente del fracaso argentino para retroalimentarse.

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