César Sena está calmo. Le alumbran la cara los dos celulares que tiene en la mano. Escribe en uno, luego escribe en el otro. Junto a la fogata que acaba de prender son las únicas luces en kilómetros a la redonda. Noche cerrada en Campo Rossi, la chanchería que tiene su familia desde hace algunos años tras usurpar un campo en desuso. Enfrente suyo está Gustavo Obregón, quieto, asustado. No dice nada. César le habla. «Tenemos que ir a jugar un pool», lo invita para más tarde. Para cuando terminen de descartar el cuerpo de Cecilia Strzyzowski.
La escena la relata el propio Obregón en su declaración testimonial y es una de las escenas más escalofriantes de la reconstrucción del operativo que habrían llevado adelante los Sena para esconder el femicidio. Tiene lugar en la noche del viernes 2 de junio y aparece la frialdad para ejecutar la maniobra, el trabajo para desaparecer el cuerpo y, presumiblemente, el intento por engañar a la familia con mensajes en los que simulaban estar en Buenos Aires.
Fue también uno de los testimonios que ayudaron al avance de la causa, donde el chofer de los Sena entrega al Equipo Fiscal Especial (EFE) datos certeros que permitieron el hallazgo de una serie de restos humanos que forenses de Córdoba intenta descifrar si pertenecen a Cecilia. La misma pesquisa donde apareció el dije en forma de cruz que pertenecía a la chica.
Sin la confirmación del hallazgo del cuerpo, la acusación que derivó en el pedido de prisiones preventivas para los siete imputados se sostuvo en parte por las declaraciones de varios testigos que permitieron reconstruir (aún a pesar de varios intentos de despiste) el plan que habría sido ejecutado para desaparecer a la joven.
Esos testimonios, a los que tuvo acceso Clarín, también permiten paralelamente reconstruir el perfil de César, que ofrece versiones distintas, incluso contrapuestas, de los hechos desde mucho antes del crimen. Estas son algunas de las frases más fuertes que aparecen en la causa.
Sin cuerpo no hay delito
César parece haber mentido desde el comienzo. Al comenzar su noviazgo con Cecilia dijo que tenía 27 años y que era arquitecto. Tenía 17 y seguía en la secundaria. La familia de su pareja nunca lo terminó de aceptar, pero ella estaba enamorada.
Quien lo cuenta es Gloria Romero, mamá de Cecilia. De César relata que siempre estaba con un arma encima porque decía ser «perseguido político». O que alardeaba que su familia hacía desaparecer personas «en la chanchería» y que él mismo había matado a alguien de chico. Todo eso lo contaba cuando «tenía una cervecita encima», remarca en su testimonial.
En octubre de 2022 la pareja abrió una cafetería en el centro de Resistencia, llamada Gato Negro. Gloria colaboró con ellos en el montaje y estuvo algunos meses ayudando. Le permitió ver cómo era la dinámica de ambos. También cuánto aparecía la figura de Marcela Acuña metiéndose en el medio. Pero, fundamentalmente, perfilar a su yerno.
Gloria recordó una frase que solía repetir cuando iban sus amigos al café y se ponía a charlar en confianza. César decía siempre que había que «negar todo». «Hay que negar todo, hay que negar todo. Sin cuerpo no hay delito, vos tenés que negar todo», repetía constantemente.
Otra máxima estaba vinculada a los negocios. Afirmaba que había que poner «las cosas a nombre de otro». «Algún boludo que caiga por vos, no tenés que tener a tu nombre nada tuyo», repetía. El café de los dos estaba a nombre de Cecilia.
«Parece que hay un cuerpo, fijate»
La testimonial de Obregón además da una serie de indicios de cómo fueron los momentos cuando habría comenzado el plan para descartar el cuerpo. El primero fue un mensaje de Acuña, que le manda al chofer para que se acerque a la casa a chequear algo.
Dice que cree haber visto «un cuerpo», pero que «se tiene que ir».
Clarin