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Gritos y portazos | Tras una tensa reunión, el bloque de diputados de la UCR quedó al borde de la fractura

La conducción de la bancada resistió la orden de la Convención Nacional del partido para que se excluya a los cuatro legisladores que sostuvieron el veto a la ley jubilatoria

El presidente Javier Milei metió la cola y el bloque de diputados de la UCR quedó al borde de la ruptura. Contrario a lo que decidió la cúpula del partido, que suspendió a los cuatro diputados conversos que ayudaron a blindar el veto presidencial a la ley jubilatoria, el jefe de la bancada Rodrigo De Loredo impuso este martes su postura y no habrá castigos para los rebeldes, que no serán apartados del bloque. Pero esta decisión, lejos de amalgamar la bancada, profundizó el malestar interno.

La reunión de bloque, celebrada esta noche a puertas cerradas, fue más que tensa. Hubo gritos y algún portazo. La conducción de De Loredo quedó tambaleante y la bancada terminó balcanizada en distintas tribus aunque en los hechos la ruptura no se haya formalizado. El oficialismo se regodea: la división de la UCR es toda ganancia en votos para la bancada libertaria.

Quienes esperaban que se suspendiera a los cuatro “rebeldes” –Mariano Campero, Pablo Cervi, Luis Picat y Martín Arjol, presentes en la reunión de bloque que se celebró esta noche- se retiraron indignados.

“No vamos a seguir participando de reuniones de bloque mientras permanezca esta agrupación libertaria adentro”, bramó el formoseño Fernando Carbajal, una de las voces más potentes que responde al diputado Facundo Manes, quien estuvo ausente en la reunión. Su hermano, Gastón, preside la convención nacional del partido y fue quien recomendó la suspensión de los cuatro conversos, postura que avaló Martín Lousteau, jefe del comité nacional.

Sin embargo, De Loredo y el resto de la conducción rechazó la orden de la convención nacional. “Acá no se echa a nadie”, confirmaron. De todas maneras, no fueron contemplativos con los rebeldes. “Fue una foto desafortunada (la que compartieron con Milei). Eso no hizo más que exponernos a todos en esta pelea interna”, coincidieron.

El tucumano Campero no se dio por aludido. Ingresó con el pecho en alto a la reunión de bloque y confirmó que no tenía ninguna intención de dar el portazo. Acto seguido y sin ningún tapujo se marchó para asistir al asado convocado por el presidente en Olivos para homenajear a los “87 héroes” que sostuvieron el veto a la ley jubilatoria.

“Al radicalismo le voltearon dos gobiernos. No se lo vamos a entregar a estos perdedores, sin gestión con acuerdo con los K”, aseveró Campero más temprano, en diálogo con LA NACION.

En respaldo a Campero, el gobernador de Mendoza Alfredo Cornejo salió duro por la mañana a cuestionar el pedido de sanción a los rebeldes “Si es por votar distinto al bloque, tenemos toda la historia de estos últimos meses: los diputados que responden a Manes y a Lousteau votaron en contra de lo que votó la mayoría en la Ley Bases y en el paquete fiscal, y no fueron suspendidos ni expulsados”, cuestionó. Asimismo, afirmó que el presidente de la UCR tiene 12 legisladores que dieron su apoyo al paquete de normas impulsada por el Gobierno y “solo él votó en contra”.

La situación de los cuatro rebeldes no fue, sin embargo, el punto más tenso de la reunión. La polémica estalló cuando la cúpula del bloque, encarnada por De Loredo y la vicejefa Karina Banfi-, procuraron instaurar como método para dirimir las diferencias internas que, a la hora de definir las futuras votaciones del bloque en el recinto, deberá imperar lo que acuerde una mayoría dentro del bloque.

“Es clave que podamos dirimir nuestras diferencias con una metodología que genere un resultado representativo de nuestras posiciones mayoritarias”, planteó Banfi. Fabio Quetglas, bonaerense como ella, avaló la postura. De Loredo ya se había retirado de la reunión: adujo –para sorpresa de los presentes- que tenía un vuelo programado de regreso a la provincia.

La bajada de línea desde la cúpula del bloque no hizo más que exacerbar los ánimos. “¡Por esta falta de conducción este bloque está prácticamente roto!”, exclamó Pablo Jiuliano, también enrolado en el sector que conduce Manes, y se retiró de la reunión. Al poco rato le siguieron las diputadas Danya Tavella y Mariela Coletta, quienes responden al jefe del comité nacional, Martín Lousteau: como Manes, el senador radical quería que se impartiera una sanción ejemplar hacia los díscolos.

“No solo encubren a los cinco libertarios sino que además quieren imponer una posición única en todas las leyes. Es inadmisible y después se llenan la boca hablando de pluralidad”, se las escuchó decir.

La reunión terminó sin fracturas expuestas, pero es tal el malestar interno que difícilmente la bancada pueda votar de manera unificada las futuras leyes. Los ánimos están demasiado exaltados. “Vamos a seguir exigiendo un cambio en la conducción del bloque. Ni De Loredo ni Karina Banfi pueden seguir siendo las autoridades. Además de no conducir en la práctica, desoyen las decisiones del partido nacional”, despotrican quienes responden a Manes y Lousteau.

En la cúpula del bloque predominó un gusto amargo después de la reunión. “Es lamentable que tanto Manes como Lousteau utilicen los órganos del partido para atender su propio juego político y, de paso, destruir al partido”, se lamentaron.

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