La idea es retrasar el acceso al primer smartphone y se difundió entre padres y colegios; las complicaciones que trae el acceso temprano a la tecniología
Los nervios, la ansiedad y la dificultad para adaptarse son complicaciones propias que conlleva el paso de la primaria a la secundaria, plantea la directora escolar y psicóloga clínica Sol María Travaglio. Pero en la mayoría de los estudiantes, observa, estas problemáticas se ven potenciadas por la novedad del primer smartphone.
“Los chicos entran a la secundaria con 11 o 12 años, muchos habiendo recibido su primer celular como regalo de Navidad. Y la misma presencia del celular en sus vidas hace que el paso a primer año les cueste mucho más: tienen más problemas de concentración, más ansiedad. Además, llegan con conflictos generados en las redes sociales durante las vacaciones: uno se convirtió en sticker, el otro quedó afuera de un programa por no tener celular…”, resume Travaglio, que dirige el Colegio Martín y Omar, ubicado en el centro de San Isidro.
Desde hace tiempo que este panorama preocupa a la comunidad educativa, por lo que su colegio decidió sumarse hace pocos meses a una campaña que comenzó a instalarse en el país y en el mundo. La campaña propone que esta Navidad los padres de la clase se comprometan a no regalarle a sus hijos menores de 13 años su primer celular inteligente.
“La idea detrás es retrasar la entrega del primer smartphone. Y como Navidad es una fiesta donde muchas veces se regalan celulares a los chicos, incluso a chicos muy chicos, surgió la idea de hacer una concientización con el foco en los regalos navideños”, explica Gonzalo Aruz, fundador de la organización de padres Manos Libres, la versión argentina de un movimiento global surgido a partir del libro La Generación Ansiosa, de Jonathan Heidt. El principal objetivo de estos grupos es concientizar sobre los efectos del uso a temprana edad de los dispositivos móviles y promover acuerdos entre padres para retrasar la llegada del primer celular inteligente y del acceso a las redes sociales.
Promovida desde la Argentina, la campaña que llama a no regalar smartphones en Navidad se esparció por los cinco continentes y a través de la comunicación entre estos movimientos de padres, que comparten un grupo de WhatsApp, y fue difundida en una decena de países de la región y del mundo, entre estos, Sudáfrica, México, Suiza, Suecia, España e Irlanda.
En la sede de Nordelta del colegio Michael Ham la campaña, que surgió en el marco de un grupo de capacitaciones para padres realizadas en los últimos meses, incluyó la firma de un consentimiento, al que adhirieron el 80% de los padres de quinto y sexto grado de primaria. Todos ellos se comprometieron a no incluir un smartphone en la lista de regalos de sus hijos para Navidad. Al igual que en el Martín y Omar y otros colegios de la ciudad y provincia de Buenos Aires, la institución trabaja con la asesoría de Manos Libres y Navitools, empresa que brinda herramientas de gestión de dispositivos, soporte técnico y charlas de bienestar digital para comunidades educativas.
Los especialistas consultados destacan la importancia de que los chicos atraviesen el período de desarrollo cerebral más vulnerable antes de tener su propio celular inteligente.}
“El cerebro se termina de desarrollar alrededor de los 25 años y lo último que se desarrolla es la corteza frontal, que justamente es la encargada, entre otras funciones, de la autorregulación. Es muy difícil que los más chicos se puedan autorregular con un celular inteligente, porque las redes sociales y las aplicaciones están hechas para generar adicción. Es darles algo que, por la edad que tienen, es muy difícil que puedan controlar”, dijo a LA NACION la psicóloga infanto parental especialista en crianza Clara Paritsis, quien recomienda retrasar “lo más posible” la entrega del primer celular inteligente.
Los especialistas consultados coinciden, además, en que es primordial, antes de la entrega del primer smartphone, que tanto padres como hijos tengan capacitaciones previas, que en varios colegios ya tienen lugar en forma de talleres extracurriculares o incluso dentro de nuevas materias, como Ciudadanía Digital.
“En general, los padres tienen poca información sobre los peligros a los que están expuestos sus hijos en redes. Es fundamental que, antes de entregar un celular inteligente, tanto padres como hijos aprendan sobre el potencial adictivo que tienen las redes, la capacidad de desinformación que tienen; también cuál es una conducta correcta en redes, cómo registrar que una persona está siendo violenta, cómo manejar la exposición de su imagen, cómo darse cuenta que los está operando un algoritmo, entre otros conocimientos”, sostiene Alejandro Artopoulos, profesor de Tecnología y Cambio Educativo y Director Académico del Centro de Innovación Pedagógica de la Universidad de San Andrés.
Frente a este escenario, Sergio Grimozzi, director académico del Michael Ham, destaca la importancia de la alianza entre el colegio y la comunidad de padres. “Educamos juntos. Hace unos meses escuchamos en una reunión de padres la idea de la campaña navideña, y desde el colegio nos preguntamos: ‘¿Qué podemos hacer nosotros para ayudar?’ Nos propusimos adelantarnos a Papá Noel y ofrecer el espacio para que los padres firmen el compromiso”, sostiene el educador, quien ve este acuerdo como la punta de lanza de futuros acuerdos de padres, como por ejemplo los ligados a la edad de entrega del primer celular inteligente.
Este año el colegio que dirige Grimozzi fue uno de los más de 30 establecimientos educativos de la provincia y la ciudad de Buenos Aires que comenzaron a prohibir el uso de celulares durante el horario escolar a alumnos de determinados años. En el caso del Michael Ham, la medida abarcó a los estudiantes de los primeros tres años de la secundaria, en los que detectaban mayor dependencia a los dispositivos móviles. Grimozzi resalta como uno de los principales resultados de la medida el aumento del nivel de juego y de la socialización durante los recreos.
La presencia de los smartphones en los pedidos navideños es alta, destacan algunos padres. Algunos se plantean desde hace varias semanas qué tipo de regalos navideños quieren darle a sus hijos. Entre ellos, Dolores Larguía, madre de tres, destaca que, a la hora de elegir entre la enorme oferta que hay en el mercado, se focaliza en pensar qué tipo de actividad involucra el objeto a elegir y su resultado en la vida de sus hijos.
“Mi hijo de 12 me pidió para Navidad el volante de la Play, pero yo preferí darle un regalo que lo aleje de la pantalla, que le abra la creatividad, la imaginación, no un regalo que lo encierre”, afirma Larguía, que trabaja de manera independiente como comunicadora y encargada de prensa.
Un enfoque similar destacan padres como Pedro Kudrnac, de 44 años, que tiene tres hijos de 7, 11 y 13 años, quien prefiere regalarles juegos de mesa o deportivos, como una tabla de barrenar, una raqueta de tenis o una pelota de fútbol, y también Arauz, que eligió para su hijo de tercer grado unos Lego.
“A veces los chicos piden algo que no necesariamente es lo que les hace bien. Y muchas veces los padres para satisfacerlos, porque no están mucho en casa y les da culpa o porque no tienen tanta información sobre los efectos de las pantallas y las redes, le regalan el primer celular a los chicos a edades muy tempranas, incluso en quinto grado o antes” sostiene Travaglio
Para ella, esta campaña no solo invita a no regalar smartphones para Navidad a edades tempranas, sino también a reflexionar en la relevancia de otro tipo de regalos. “El ‘No regales pantallas’ es también un ‘regalá tiempo’, ‘regalá presencia’, el ‘regala algo que active la posibilidad de experiencias que favorezcan un desarrollo saludable de tus hijos’. Porque con un smartphone tu hijo no solo va a disfrutar la pantalla: cuando deje la pantalla va a necesitar más pantalla. Es un regalo que genera un sistema de recompensa dopaminérgico, una adicción. Uno tiene que pensar: ¿Qué quiero darle a mi hijo? Son los padres, no los chicos, los que más saben qué es lo mejor para sus hijos”, agrega la directora.
Lo que más le preocupa es el periodo de vacaciones de verano que sigue a la Navidad. “Son meses en que los chicos tienen mucho tiempo libre. Los papás trabajan y, si los chicos no tienen un club o una colonia, a veces se la pasan con las redes y los videojuegos todo el día. Tienden a apartarse, a aislarse. Esto lo cuentan mucho los papás y nosotros lo vemos cuando llegan de las vacaciones o incluso durante el año. El día lunes es el día más difícil porque muchas veces los domingos se quedan hasta cualquier hora con el celular”, sostiene.
La alianza con la comunidad de padres, dice, es clave para evitar que los alumnos “se queden afuera” por no tener un celular propio. Pero a la vez es difícil que la iniciativa de ponerse de acuerdo tenga éxito si surge de una familia en particular. » Para evitar que sea un papá el que se ponga a remar en dulce de leche intentando convencer a los otros y que se generen discordias entre familias, decidimos plantear la idea de un acuerdo desde el colegio”, afirma la directiva.
Tanto desde Navitools como desde Manos Libres y los grupos que alrededor del mundo funcionan promoviendo la misma causa, destacan la importancia de resaltar que un celular inteligente “no es un juguete, sino una herramienta”.
“Pensar un celular como un regalo es banalizarlo. El celular es una herramienta e implica entrar en determinados entornos digitales. La idea que promovemos es que la decisión de dar un celular vaya acompañada de la preparación del menor y de sus padres. Y proponemos hacerlo de manera gradual”, afirman desde Navitools, una de las organizaciones que promovió la campaña navideña y la firma de consensos entre padres.
La empresa propone, entre los consejos que da en sus charlas escolares, la importancia de armar acuerdos entre padres e hijos a la hora de entregar el primer dispositivo móvil. “Es muy útil armar contratos físicos y firmarlos, debatir en conjunto el propósito del celular, definir los límites de tiempo diarios de uso, definir qué configuraciones a la privacidad va a tener el menor en sus redes”afirma la empresa, que trabaja con colegios pero también de forma personal con familias.