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Empresario ganadero: la fórmula de un exfuncionario de Menem para producir carne con muy buenos resultados

Se trata de Arturo Vierheller, que fue subsecretario de Alimentación y Mercados; en la Cuenca del Río Salado alcanza altos índices de productividad

Arturo Vierheller fue subsecretario de Alimentación y Mercados durante la gestión de Gumersindo Alonso con Carlos Menem y presidente de la Sociedad Rural de Mar Chiquita, entre otras actividades institucionales. Actualmente es el responsable de la conducción de una empresa ganadera en la Cuenca del Río Salado, que alcanza altos niveles de productividad en cría vacuna con un manejo esencialmente pastoril. Soporta una carga de 0,75 vacunos por hectárea con una base de campo natural versus 0,50 que es el promedio de la zona, con una producción de carne de 149kg/ha versus los 80-100 que se alcanzan con los planteos corrientes en la zona.

Las claves del manejo exitoso se asocian a un buen manejo del pastizal, al empleo de vacas de cría con genética adaptada a las condiciones de la zona y al aprovechamiento de las lomas y medias lomas del campo para desarrollar una buena recría de machos y vaquillonas para reposición.

Históricamente, en el campo de la empresa han llovido de 1000 a 1200mm por año como promedio, pero en las últimas campañas los registros fueron mucho menores.

La mayor parte de los suelos son compactos y presentan escasa profundidad y baja capacidad de retención de humedad. Las lomas y medias lomas que permiten el uso agrícola o siembras de pasturas de calidad representan el 10-15%. El mayor riesgo de estos campos es el escaso movimiento de agua a través del suelo, con peligro cierto de inundaciones. En ese sentido, Vierheller dice que “los dragados realizados durante el gobierno del presidente Macri, que se focalizaron en los canales 1 y 2 que desembocan en la bahía de Samborombón, hechos desde la desembocadura hacia el interior, fueron muy efectivos y permitieron que el agua corra mucho mejor que antes.

“Desde un principio, en la empresa definimos como meta de obtener la máxima ganancia sustentable, lo cual implicó tener claros algunos conceptos básicos, tanto en lo productivo como en lo social, para tener un efecto positivo sobre el personal”, rememora Vierheller.

“Para alcanzar ese objetivo, debimos combinar adecuadamente la máxima carga de hacienda -el principal pilar del negocio- con el planteo forrajero que le diera sustento”, prosigue. “Sin embargo, para acceder a una alta carga animal por hectárea es imprescindible utilizar la genética adecuada. Para nuestra zona, ello es sinónimo de una vaca chica, del orden de 400 kilos, fértil, con facilidad de engrasamiento y longevidad, todos atributos heredables. Es decir, la vaca debe ser diseñada genéticamente de acuerdo al medio donde va a vivir y producir”, resalta.

Vierheller presta mucha atención a la selección de hembras por su habilidad materna, una característica que tiene alta correlación con la fertilidad, que a su vez está vinculada muy a la condición corporal; también prioriza la longevidad de los vientres. Ambos factores permiten obtener mayor cantidad de terneros a lo largo de los años.

“Sin desconocer que hay otros sistemas productivos eficientes, en la empresa optamos por un planteo pastoril para el desarrollo de la cría y de la recría; solo se da grano ante situaciones de emergencia. Entendemos que iría contra la naturaleza pretender que un vacuno sea eficiente comiendo una dieta a base de grano (en competencia con el ser humano) teniendo mucho pasto disponible, y si se considera, además, que el rumiante tiene ventajas para convertir celulosa en carne”, afirma Vierheller. “Además, el sistema pastoril nos ofrece un producto generado en las condiciones de calidad que exigen los consumidores, y que ha hecho reconocida la carne argentina”, añade.

“La base nutricional del rodeo es el campo natural, en el que desarrollamos el concepto de Ganadería Regenerativa buscando promover las especies nativas mediante el manejo, complementadas con un 10-15% de pasturas con base de alfalfa, festuca y falaris en las lomas más profundas”, describe. El campo natural contiene especies que producen durante todo el año y esta dividido con alambrado eléctrico para su aprovechamiento con alta carga instantánea.

Elegido el biotipo adecuado de vaca, surgió otra decisión referida a qué toros usar. “Obviamente, la decisión puede ser diferente según el objetivo, pero siempre hay que respetar que las vacas y los toros debe ser los que mejor se adapten a un ambiente determinado”, enfatiza.

“Hace unos años trajimos líneas genéticas del Reino Unido, junto con Juan Martín Narbaitz, que permiten alcanzar altas cargas por hectárea y, con el planteo forrajero basado principalmente en el pastizal nativo y un 10% de pasturas de calidad, la carga ascendió a 0,75 de vaca por hectárea cuando la media de la zona es de 0,5, lo cual significa una mejora del 50%. La alta carga permite la mayor cantidad de kilos de carne producidos por hectárea; con ese enfoque, la ganadería compite en resultado económico con la agricultura de la zona”, compara Vierheller.

El servicio tiene como base la inseminación artificial con semen de toros Angus negros y colorados y Shorthorn, con rasgos que permitan producir hijas con biotipo adaptado a las condiciones del sudeste bonaerense, que requiere blandura de engorde y facilidad para el engrasamiento. “Las reservas corporales en las hembras son un activo de la condición corporal y permiten sobrellevar las épocas difíciles del año”, apunta el productor.

En la empresa se recría toda la producción de terneros. Se retiene el 100% de las hembras para reposición y el sobrante se vende preñado, mientras que a los machos se le cargan 100 kilos y se venden para invernada.

En cuanto a la producción de carne, sumando los terneros producidos, los kilos producidos por la recría (machos y hembras hasta 300 kilos), los toros para el uso en el establecimiento y el engorde de vacas de descarte, se llegó a 149 kilos de producción de carne por hectárea en el último ejercicio. Las hembras que exceden la necesidad de reposición -o de acopio cuando el ciclo ganadero lo aconseje- se venden como vaquillonas preñadas.

Vierheller considera equivocada la idea -en algunos ambientes generalizada- de que con una vaca chica no se pueden hacer novillos de un peso aceptable. “La correlación del peso de la vaca/peso del novillo es de 1/1 o 1,1/1, o sea que una vaca que pese 400 kilos puede tranquilamente producir un novillo de 400/420 kilos”, argumenta Arturo.

La empresa contrata asesoramientos para la producción y comercialización. Para el mejoramiento genético toma los servicios de Centro Caba, de Carhué, y en lo comercial, de AZ-Group, que le ayuda a decidir el manejo de los stocks ganaderos en los distintos momentos del año. Es decir, con información resuelve qué categorías conviene agrandar o achicar en función de las variaciones estacionales del mercado.

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