El empresario -detenido por armarle un operativo policial a un acreedor- está alojado en una celda con un acusado de narcotráfico y otro de homicidio. La visita del «Lobo» Smith a Nordelta y la versión de que podría ampliar su declaración.
De las lujosas noches en el Palacio Duhau y las tardes soleadas en su casa de Nordelta a dormir encerrado en una celda de 22 a 7 y compartir desayuno con dos desconocidos (uno acusado de narcotráfico y otro de homicidio). El vuelco en la vida del empresario Elías Piccirillo (38) fue brutal, y así lo vivió él.
La primera noche que pasó en el pabellón K de la Unidad Residencial 1 del Complejo Penitenciario de Ezeiza el marido (en vías de ser ex) de Jesica Cirio (40) tuvo un ataque de pánico. Los guardias que controlan por cámaras de circuito cerrado ese pequeño ámbito de 6×6 (con capacidad para 5 internos y donde hoy viven 3) advirtieron que estaba fuera de sí. Cuando fueron a ver qué pasaba, Piccirillo estaba a los gritos.
Una reacción esperable, y más en un hombre que en su indagatoria declaró que desde diciembre último venía sufriendo estos picos de ansiedad. Según él, todo comenzó cuando el financista Francisco Hauque (41) lo secuestró a punta de pistola para que le devolviera 6 millones de dólares que le había dado para invertir, pero quería de vuelta. De acuerdo a la denuncia se presentó con dos «culatas» que dijeron ser de la banda rosarina de «Los Monos».
Esa es la versión de Piccirillo. Incluso aportó audios en una denuncia contra Hauque radicada en la Justicia Nacional de Instrucción N° 23 de Capital en diciembre pasado. Allí aparece Hauque diciendo que «trabaja para los servicios» y que lo reclutaron luego de resolverle una causa penal.
Hauque, claro, dice que eso no existió. Acompañado siempre por su abogado – Carlos Pousa- solo admitió ante los medios que llevó a Piccirillo a un escribanía para que quedara constancia de la deuda.
El caso está lleno de denuncias y amenazas cruzadas.
Por lo pronto lo que acreditó la Justicia Federal, en esta instancia de investigación, fue que la madrugada del 18 de enero, Piccirillo, su amigo el ex policía Federal Carlos Sebastian Smith (45, alias «Lobo» o «Charly») y siete policías de Robos y Hurtos Zona Norte de la Ciudad -al mando del comisario Iván Carlos Helguero (50)- le tendieron una trampa a Hauque. Esta incluyó 1,280 gramos de cocaína de máxima pureza y una pistola 9 milímetros denunciada como robada. Por eso todos terminaron presos.
Ante semejante panorama, Piccirillo – apellido que viene de un dialecto napolitano y quiere decir «pequeño bebé»- sólo puede dejar pasar las horas encerrado. Lo más cerca del cielo que tiene es el patio de techo enrejado, de 3×6. Vive en lo que se llama una «celda húmeda» es decir que tiene un inodoro adentro…. bien bien lejos de los jacuzzis y los spa a los que estaba acostumbrado.
Además, como no se definió su situación procesal, no se lo puede habilitar en áreas de trabajo o estudio dentro del complejo penitenciario. Solo le queda preocuparse. Lo van a visitar su abogado y su hermano, que le lleva «bagayos» de comida y agua. Nada de bebidas cola: como son oscuras muchos presos las usaban para hacerse entrar cosas, así que están prohibidas.
«¿Cómo está Elías? Elías quiere salir. Ya le habían concedido la eximición de prisión cuando arrancó la causa y no fue a ningún lado, no se escondió. No se va a escapar», le dijo a Clarín su abogado, Fernando Sicilia.
Radicada en el juzgado federal 11 a cargo de Sebastián Casanello (actualmente de licencia) la causa fue delegada en el fiscal Franco Picardi, que avanza a toda máquina y ya logró que uno de los policías involucrados se arrepintiera y -como imputado colaborador- mandara al frente todo el mundo.
Un nombre fundamental que aportó este arrepentido fue el del ex policía federal Smith, compañero de promoción de Helguero, su jefe en Robos y Hurtos. Las malas lenguas dicen que antes de declarar, el policía pasó la gorra pidiendo dinero a cambio de no incluir nombres en su relato. Tal vez esto nunca se acredite, al igual que el origen misterioso del casi kilo y medio de cocaína plantada en el operativo el 18 de enero.
Smith fue el nexo directo con el marido de Jesica Cirio. El armado fue tan burdo que la misma madrugada del 18 de enero, «Lobo» Smith fue a ver a Piccirillo a Nordelta. De acuerdo a los registros del barrio entró a las 2:41:39 y se fue a las 6:16:40. ¿De qué habrán hablado? Detalle: según el informe remitido a la Justicia por la Asociación Vecinal Nordelta, Smith nunca antes había ido a la casa de Piccirillo, al menos en el período estudiado (diciembre 2024 y enero 2025).
Smith- defendido por Rodrigo González- es una pieza clave y lo sabe. Poco después de que lo detuvieran sostuvo que otro de los detenidos lo había apretado. Por lo pronto está lejos de Piccirillo: lo alojaron en el complejo penitenciario 2 de Marcos Paz. Como se suele hacer cuando se quiere cuidar a alguien especialmente, le dieron un lugarcito en el hospital penitenciario central.
El rumor dice que Smith podría convertirse en el próximo arrepentido del expediente y que podría ampliar su indagatoria la semana que viene. No se sabe a ciencia cierta porque estas cosas siempre van y vienen. Lo que pone aún más nerviosos a todos es hasta qué niveles de poder escalará la investigación del fiscal Picardi.
Por estos días en los tribunales de Comodoro Py se escucha una frase muy usada en ámbitos políticos en los últimos tiempos: «Pegarle al chancho para que el dueño aparezca». En criollo: más allá de todo lo que se ventila en la superficie (que ya es bastante), ¿qué y quiénes están detrás de los millones y millones que mueven Piccirillo y compañía?