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El Gobierno intenta hacer control de daños ante el escándalo que sumó Abdala a un oficialismo convulsionado

Tras la confesión del senador de San Luis sobre el uso de sus asesores para hacer campaña, La Libertad Avanza evalúa opciones, aunque no puede permitirse otra pérdida en el bloque después de la eyección de Paoltroni

A pesar de los intentos de Javier Milei para calmar las aguas, el frente político de La Libertad Avanza volvió a entrar en estado de ebullición. El más reciente borboteo ocurrió este miércoles, cuando -nada menos que- el presidente previsional del Senado, Bartolomé Abdala, admitió que usa empleados públicos para preparar su pre-campaña a gobernador en San Luis. Menos de 12 horas después, el Presidente se vio obligado a hablar de política doméstica en una organización de la derecha española (”Foro Madrid”) generada, paradójicamente, en honor a los movimientos “anti-política”. Y Guillermo Francos, después de dos semanas de tironeos, fue compelido a anunciar que volverá a actuar de nexo entre la Casa Rosada y el Congreso.

El escándalo generado por la confesión del senador libertario en una entrevista con TN generó una convulsión en el oficialismo, donde este mediodía aún evaluaban cómo manejarlo. En el Senado, en principio, se inclinaban por relativizar el tema. “Un error lo puede tener cualquiera. Lo bueno es que no va a volver a cometerlo”, dijeron en el entorno de Victoria Villarruel, que ayudó a Abdala a llegar a su cargo en el inicio del gobierno libertario. Y negaron la posibilidad de echarlo del bloque.

Esta última voluntad de defenderlo no es garantía de nada: la vicepresidenta también quiso proteger a Francisco Paoltroni, pero terminó eyectado sin mayores vueltas. Los motivos eran otros, considerados más graves por el Gobierno: el formoseño había criticado al asesor principal del jefe de Estado, Santiago Caputo, y la decisión del Presidente de impulsar a Ariel Lijo como juez de la Corte Suprema.

“No creo que lo echen”, dijeron, al unísono con el Senado, en Diputados, donde los Menem tienen llegada directa con Karina Milei, que impulsó ya varias eyecciones de legisladores, formales como virtuales, y por por ahora no se pronunció sobre la última controversia.

En la Casa Rosada, en lugar de jugar a la mancha con aviones, como dijo Milei sobre Caputo, hoy juegan a la mancha venenosa. En los despachos del Palacio eluden el tema, y agregan que lo consideran de menor importancia: saben que no pueden darse el lujo de perder otro soldado en el mini bloque de la Cámara alta que empezó con ocho senadores y, desde que echaron a Paoltroni, cuenta sólo con siete. “Estuvo mal lo que dijo. Algunos quisiéramos echarlo. Pero fue más de boludo que otra cosa. Paoltroni había desafiado las decisiones del Presidente”, compararon casos en los altos mandos de Balcarce 50.

Francos anunció esta mañana que, como había adelantado Infobae, volverá a involucrarse en la rosca del Congreso. Pero en su entorno aclararon que no necesariamente decidirá sobre asuntos que, convenientemente, considera “menores”. “Seguramente va a hablar con los diputados y senadores aliados, de los propios se ocupan las autoridades del Congreso. No tiene tiempo para ocuparse de qué dice en la TV cada legislador”, dijeron en Balcarce 50.

Esas tareas de ordenamiento político interno estarán en manos de Martín Menem y Victoria Villarruel, deslizaron, haciendo caso omiso a que la orden para echar a Paoltroni se había emitido sin escalas desde la Casa de Gobierno. Por lo pronto, Martín Menem estuvo en el despacho del segundo en el mando del jefe de Gabinete, Lisandro Catalán, ayer por la mañana, antes de sumarse a la reunión de Gabinete que se pasó de los martes a los jueves. Pero cerca Francos se guardaron si en el primer encuentro, más íntimo, se discutió qué hacer con el caso Abdala.

En principio, se muestran reacios a opinar y están más bien predispuestos a esperar que baje la espuma. Tal como frente a la fuerte discusión a cielo abierto que mantienen las diputadas nacionales Marcela Pagano y Lilia Lemoine, pero con una diferencia. En este último caso de conflicto intestino, la mayor parte de la dirigencia libertaria se inclina por evaluar que los insultos cruzados, en realidad, le sirven al espacio. “Están hablando de nosotros. Eso es lo que importa”, dijo un funcionario abrazado a la lógica de la campaña. Y admitió que, si tienen que elegir, prefieren que se discuta sobre ese conflicto y no sobre las dificultades del Gobierno. En caso de Abdala, admiten, es distinto, porque su “confesión” contradice el medular discurso anti-corrupción de La Libertad Avanza.

Quizá resulte positivo para el senador puntano un rumor. No se descarta que, en su regreso a la negociación parlamentaria, Francos retome el diálogo con Villarruel. Al fin y al cabo, la vice viene de anotarse un poroto a los ojos de algunos miembros del Gobierno, con la postergación de la sesión que estaba prevista para hoy para debatir los fondos universitarios, la Boleta Única de Papel y el DNU de fondos para la SIDE.

Después de que Milei la elogiara en una entrevista grabada el viernes y transmitida el domingo, ayer Villarruel decidió activarse para ayudar al Gobierno. Le avisó al vicejefe de Gabinete del Interior, Lisandro Catalán que se aproximaba una derrota, y movió las fichas para, al menos, pasarla hasta la semana que viene y ganar tiempo. “Puede ser, ellos siempre se llevaron muy bien”, dijeron en Gobierno sobre un eventual reencuentro. Aunque cerca del primer mandatario no olvidan del encono de los últimos meses, le quitan mérito, y aseguran que las gestiones para salvarse de la inminente sesión no se hicieron desde la Presidencia del Senado, sino desde a Casa Rosada. Hasta ayer, el futuro de Abdala no parecía estar en juego, pero el caso aún estaba bajo evaluación del Presidente.

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