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Planes, mucha plata y tres líderes apuntados: qué hay detrás del avance de Milei contra los piqueteros

La fila, por la extensión, pareció una demostración de fuerza importante. Tras la invitación de la ministra Sandra Pettovello a escuchar «uno por uno» a los piqueteros que tuvieran «hambre», las organizaciones sociales armaron una hilera que superó las 20 cuadras. La funcionaria no los atendió. Ni siquiera estaba en su oficina, a esa hora, en el coqueto barrio de Recoleta.

Pero el desaire, quizá, no fue la peor noticia para los grupos que durante muchos años y diferentes ciclos (dos variantes K y uno de Cambiemos) no pararon de crecer y fortalecerse. La reiteración de la protesta, más bien, escondería una debilidad.

«Los piqueteros ven que se les está yendo el poder, los planes, la posibilidad de manejar las unidades de gestión, las cooperativas e intentan conservar algo«, analiza ante Clarín uno de los dirigentes que más conoce sobre este mundo de necesidades sociales y manejo político.

Sólo una cuenta basta para dimensionar la caja por la que están peleando: hay cerca de 1.200.000 planes Potenciar Trabajo, cada uno equivalente a medio salario mínimo por mes (78.000 pesos por cabeza). Representan cerca de 100 mil millones cada 30 días, que pasan por el filtro de las organizaciones piqueteras.

Ellas, sus jefes, definen quién cobra y, según denuncian varios de sus beneficiarios, muchas veces también deciden cuánto hay que dejar para la organización.

Otro número: Clarín contó este domingo que, tras mantenerles pisadas las transferencias durante todo enero, el fin de semana se transfirieron 243.000 millones de pesos. Al Potenciar, se suma la Tarjeta Alimentar. Y en esa cuenta no están otros planes anexos o los bolsones de comida que se reparten para los merenderos y que engrosan la caja.

Con un detalle. Durante las administraciones kirchneristas, no sólo hubo un trato fluido con los piqueteros que demandaban desde las calles, sino que quienes decidían sobre esos envíos, como funcionarios del Estado, también eran referentes de las mismas organizaciones.

Emilio Pérsico, del Movimiento Evita, es quizá el mejor (o peor) ejemplo del sistema: era uno de los funcionarios más poderosos en el Ministerio de Desarrollo Social y su organización era la principal beneficiada. Se trata, claro, de uno de los poderosos líderes poderosos a los que Milei quiere vaciar.

Los otros dos referentes apuntados son Juan Grabois y Eduardo Belliboni. El primero, con mayores intenciones políticas, tiene bajo su ala la UTEP que impulsó varias de las principales protestas actuales, como la de la «fila del hambre».

Belliboni es el jefe del Polo Obrero. Políticamente responde a la izquierda más dura, y durante el gobierno de los Fernández se presentaba como la rama piquetera «opositora». Para los que vieron tele en estos días, fue el dirigente que apareció acostado arriba del asfalto, como desmayado.

Un ex funcionario alerta sobre el riesgo de «comerse el amague» sobre su «verdadero rol». ¿Cómo sería? «Siempre fue el brazo armado de Pérsico. Belliboni hacía quilombo en la calle, acampaba en la 9 de julio, y después el ministerio ampliaba los planes. Una parte iba para el Polo Obrero y otra para el Evita». El Evita, se recuerda, respondía al Pérsico funcionario. Beneficios de tener conocidos a ambos lados del mostrador.

¿Grabois interlocutor?

«Pérsico solo quiere la guita y más planes, y Belliboni es su brazo armado. Pettovello tendría que tomar a Grabois como interlocutor -repite y sigue con su teoría el ex funcionario-. Juan (por Grabois) sacó la ley de barrios populares con Pepín Rodríguez Simón, que era macrista, y tenía un acuerdo amplio con Rodríguez Larreta. Más allá de lo que diga en los medios, con él se puede acordar».

El Gobierno, por ahora prefirió otro camino, sin canales de diálogo con estos tres referentes. En un punto, reconocen en el peronismo K, Pettovello está avanzando con medidas que habían anunciado sus antecesores Juan Zabaleta y Victoria Tolosa Paz. Entre otras, terminar con la intermediación de los piqueteros en el otorgamiento de los planes, auditar los comedores y cambiar el envío de bolsones de comida por plata cargada en tarjetas.

Uno de los cuestionamientos a la nueva gestión tiene que ver más con las formas y los tiempos que con el fondo. El destrato a los piqueteros, asegura una fuente que jura haberlo presenciado, incluye insultos en voz alta de la ministra dentro del edificio de Recoleta.

También, admiten fuentes oficiales, hay demoras en la implementación de los cambios, lo que ocasionó demoras en el envío de comida a los merenderos, por ejemplo. Dentro de un ministerio muy amplio conviven mileístas, con macristas, peronistas y hasta kirchneristas. Diferente al que implementaron los Fernández, pero loteo al fin.

Eso replicaría en problemas de gestión. Sobre todo en una administración nueva. «Para armar las cajas navideñas, el proceso lo empezás en agosto. Ahora, por más que quieras apurarte en la compra de comida o la misma implementación de las tarjetas, que está bien, te va a tardar un par de meses», apunta una fuente.

Y si bien una parte de los beneficiarios apoya estas medidas contra las organizaciones piqueteras, cualquier demora se da en un contexto de extrema sensibilidad social, con un recorte que abarcó al grueso de la población.

Hasta el FMI alertó en su último documento sobre la Argentina, que la dimensión del ajuste de Milei, con el que los funcionarios del organismo están encantados, requiere ayuda (plata) para los sectores más postergados.

Clarín reveló el domingo una encuesta nacional en la que el 40% de los entrevistados admitía que había recortado gastos en «alimentos en general» para hacer frente a la suba de precios. Lo básico.

La clave, coinciden políticos, economistas y analistas, tiene fecha («marzo») y título («el arranque de las clases»). Para entonces, si no bajó la inflación, esta pulseada empezará a jugarse en otra cancha y con otras reglas.

 

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